Las medialunas argentinas tienen un origen europeo: el croissant. En el siglo XVII, los panaderos vieneses crearon este pan en forma de media luna como símbolo de victoria sobre el Imperio Otomano.
Con el paso de los años, la receta viajó a Francia y, más tarde, a Argentina de la mano de inmigrantes franceses y austríacos. Allí, los panaderos locales adaptaron la receta al gusto criollo: más dulce, más esponjosa y con un glaseado brillante. Así nacieron las facturas, una verdadera tradición argentina que acompaña el café en cada desayuno o merienda.
Las facturas se convirtieron en parte del folclore gastronómico gracias a los obreros panaderos del siglo XIX, quienes las bautizaron con nombres ingeniosos como “vigilantes”, “suspiros de monja” o “bolas de fraile” como sátira social y humor popular.
En Pipí Cucú, mantenemos viva esa historia con recetas artesanales , horneadas cada mañana en La Serena con el mismo amor y pasión que en las panaderías de antaño.